domingo, 6 de abril de 2008

Curso de Montaña II : adrenalina por doquier

Un fin de semana de campeonato, tal vez por lo adolorido y cansado que estoy, pero no menos dichoso. La segunda parte del curso de montaña, se manifestó en un viaje al campo de entrenamiento en Las Melosas, Cajón del Maipo. Partimos a las 8 de la madrugada del sábado con rumbo a dicho lugar, solo nos detuvimos en el pueblo de San José de Maipo para desayunar con cierta grosería, unos ricos Barros Jarpa en pan amasado y luego seguir al campamento.

Los contertulios ya formados en cordadas (mi cordada se mantiene con Francisco y Kosta), ya nos habíamos puesto de acuerdo en temas de alojamiento (quien llevaba la carpa) y en la comida (cada comida principal la auspiciaba uno de nosotros). Gran y dichoso acierto!!!.

Partimos el curso con un repaso breve de nudos (glup!!!, tuve que esforzarme para alcanzar a mis aventajados compañeros quienes habían ejercitado en la semana), pero, por fortuna, nos debimos enfocar en aprender tres nuevos nudos, Dinámico, Fuga y Marinero. Interesantes y útiles.

La parte deliciosa de esta parte, el almuerzo, me tocó improvisarla y preparé a mi cordada un rico arroz con amapolas, pimienta, ajo y cortes de pulpo acompañado de puré de atún y rodajas de tomate. Mientras cocinaba los entretuve con unas aceitunas rellenas de anchoas, deliciosas. Seguido de un postre de frutas picadas en almíbar. Muy bueno, por las caras de satisfacción de mis compañeros.

Sin pausa, partimos a practicar seguridad y marcha en montaña. Ascendimos un cerro cercano que el instructor había elegido (que inteligente y mañoso!!!) y subimos hasta un lugar que nos posicionó en un acarreo interesante. Y bueno, partimos de lo simple, detención del "gato", luego autodetención cuando ruedas hacia adelante y luego cuando ruedas hacia atrás. Que cantidad de costalazos!!!. Dos de las féminas (Magaly y Ximena) hicieron pasos de baile en el vacío y de no estar atento el instructor, todavía están rodando cerro abajo. De hecho, cuando hice una voltereta doble caí con una pierna sobre una piedra y todavía tengo hinchado y herido el muslo. Sin embargo, fue muy aleccionador y me dio seguridad saber que a pesar de todo es posible detener la caída con algo de técnica. En estas volteretas rodando por el cerro, perdí una pieza de mis lentes, no me di cuenta hasta el día siguiente. Igual fue genial!!!

Terminado el periplo en el cerro, nos fuimos a practicar cruce de ríos. Harto helado el trance, pero, muy útil saber como enfrentar un buen torrentón de río.

En la noche, Kosta nos dió un festín, un buen trozo de cerdo para la parrilla, mientras preparaba unos camarones al ajillo para acompañar unos fideos canutos y palta. Delicioso!!!. La jornada de cena se extendió bastante pues, Magaly estaba de cumpleaños este domingo. Así apareció de la nada una botella de vino (Nico, la llevas), té de mate e incluso unos cigarrillos que nos hicieron muy disfrutable una noche pletórica de estrellas y buena onda.

Despertados a las 6:50 horas del domingo, porque Francisco identificó un canto de un pájaro con la alarma de mi celular (maldito!), no hubo otra opción que darle el paso a su demostración gourmet. Huevos revueltos con jamón de pavo (aporte de Anabella) y tomate, queso de cabra al orégano con palta y tostadas de pan ( en la parrilla que sobrevivió a nuestra bacanal nocturna). Un desayuno de dioses, para esperar una jornada intensa.

Nos tocó una sesión de tirolesa, para lo cual fuimos a otro sector en donde tendimos cuerdas sobre un pequeño río en un paisaje de rocas. Muy divertida sesión, amenizada por el impasible instructor e inteligente Rodney, nuestro instructor. Terminado el trance de suspendernos por los aires para ir de un lado a otro, nos fuimos a helarnos en una sesión de travesía de ríos. Dos anclajes, para asegurar que cada "víctima" tuviera su naufragio personal y fuera rescatado de las portentosas aguas del Maipo. Ateridos, como corresponde, todos fuimos rescatados y pudimos cerrar esta jornada.

Desarmado el campamento, hicimos un accidentando viaje para conseguir donde comer unas empanadas de almuerzo, lo cual conseguimos tras tres intentos fallidos. Igual, exquisita jornada.

Viva la buena onda de este grupo, no podría ser mejor.

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