martes, 27 de noviembre de 2007

Puerto Varas : un lugar disfrutable a pesar de la pega

Lunes, un día algo nublado, pero de intensa actividad. Al almuerzo, el primer contacto con algo exquisito, tras una larga mañana de trabajo. Ya cerca de las 18 horas nos trasladamos hacia el lago Llanquihue para ponernos salvavidas y viajar en bote a un barco de agua dulce. Se trata del Capitán Haase, una mezcla de carabela, yate a vela y en realidad una suerte de lounge acuático. Fantástico, un paseo por el enorme y precioso lago, acompañado de unas copas de vino (pisco sour y jugos para el que quisiera) y quiches, empanadas y otras pequeñas delicias. Buena música y un paseo extraordinario hasta el atardecer.

Pero el disfrute solo comenzaba, ya que media hora después estabamos a bordo de un bus para ir a un restorán notable, el IBIS en la costanera. Elegante, un ambiente selecto y sobretodo bien atendido, lo cual es una excepción. El servicio, descubriría, no es una gran fortaleza en la zona.

Por la noche, mucho más tarde, una visita al casino de la ciudad. Como no me gusta jugar, concentré mi atención en una mesa en que había un mago increíble. Mostró una y otra vez sus trucos con las cartas, sorprendentes, variados y divertidos. Me reí largo rato como un niño ante una maravilla inexplicable.

Martes, jornada profunda de trabajo. Por suerte, nuevamente llegamos al almuerzo, no podía ser mejor. Una verdadera poesía para los sentidos. Partimos con una entrada de centolla magallánica servida en gazpacho perfumado al merquén. El plato central fueron unas Chuletas y trozo de pierna de cordero lechón a las hierbas con salsa de Carmenere, acompañado con una dariole (puré) de papas y aceitunas con fondos de alcachofa salteados. Amenizado con una copa de sabroso cabernet sauvignon y cerrando con un postre Tiramisú con frutillas glaseadas en caramelo balsámico y hojuelas de almendras. Delicioso!!!.

Ya concluido el trabajo, salí a caminar para despedir este paraíso del sur y aprovechar algo el luminoso día que comenzaba a desvanecerse. Terminé la despedida sirviéndome una cerveza artesanal de la ciudad (Colonos, gran bouquet, buen cuerpo y un toque de amargor) y un pastel increible de frambuesas y arándanos en el Café Danés.

Buen viaje, el sur la lleva!!!!

1 comentario:

ana maria orbeta dijo...

mauri, como siempre, una delicia leer tu relato en esa forma tan peculiar que tienes, que me provocas estar en el lugar y saborear lo que comiste.... gracias, por este regalo. me abriste el apetito y las sensaciones...
iremos al sur entonces....!!!!
amo.