Ir en busca de nuevos locales disfrutables sigue siendo un deporte que me gusta practicar.
Llegamos a Ñuñork pasadas las 20 horas y no pude ser más afortunado pues mis ojos solo vieron un local, un restoart llamado UVA (unión Vino & Arte), un concepto novedoso, una galería de arte que es asimismo un restobar con happy hour y todo.
Lindo lugar, de paredes blancas con hermosas pinturas de diversos autores en exposición. Un mobiliario moderno y cuidadosamente seleccionado en donde cada mesa tenía dos copas de cata bien puestas. Una invitación clara a disfrutar.
Buena música deep house y atento servicio. Revisamos la carta, para descubrir una amplia oferta de tragos, tablas para armar (interesante), vinos y comida.
La elección partió por definir un vino, queríamos un buen Pinot Noir que la carta ostentaba, pero no había Pinot Noir. Que mal........... Recuperado del impasse, llegamos a un acuerdo con el dueño, tenía unas botellas (fuera de carta) de unos ensamblajes de Pinot Noir y Carmenere (que raro no?) de Cavas Submarinas (Itata Valley), que decidí experimentar tras una importante rebaja en el precio (debía pagar el costo de ofrecer algo por lo que no tenía)
Armamos una tabla con ostiones en salsa de jenjibre, salmón ahumado y unos camarones rebozados en coco. Todo en concordancia con un esperado maridaje con este vino misterioso, que en una cubeta con agua y hielo hice enfríar.
El vino interesante, cierta complejidad de aromas y un inesperado final de suave carmenere. Había que enfriar más hasta llegar a unos 15 grados y ahí se puso especialmente sabroso.
La conversación fluyó rauda, realidad o percepción, poesía o palabras que emocionan, en fin, muchos temas interesantes, una puesta al día de experiencias y demasiadas cavilaciones.
Sabroso lugar, recomendable a pesar de sus desaciertos de aprovisionamiento.
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