Regresando en cleta de mi acostumbrado ascenso al cerro San Cristóbal, un fin de semana hace algo más de un mes detecté la existencia de este lugar de pequeña fachada. Ya era hora que lo visitáramos.
Entramos y lo primero fue reconocer una rica música lounge a un volumen adecuado, la iluminación tenue y un bar muy activo. Apenas nos sentamos, nos ofrecieron un par de cartas, una de comidas y la otra de bebestibles.
Para comer, la carta ofrece una increíble variedad de pinxos (más de 20 bocados de pan baguette con creativas combinaciones sobre éstos). Además tapas, ensaladitas y otras cosas que no recuerdo. La otra carta, presenta una selección estupenda de vinos, cervezas (birras) y tragos por doquier.
Considerando el hambre acumulada, pedimos unas albóndigas rellenas de queso y envueltas en una exquisita salsa con tomates y especias. Una maravilla, que acompañamos rapidamente con un ensamblaje adorable, un Parcela Nº7 de Von Siebenthal.
Tentados con los pinxos, pedimos los más exóticos para probar, así llegaron un Chavalito, un cabrón, un torero, un pimpollo y un pijo. Españolazos y verdaderamente adictivos!!!!
Buen concepto y deliciosa cocina.
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