Con ganas de recorrer la ciudad, inventé un biketrekking con mi partner y señora, para pasear y disfrutar la ciudad.
Pasé por ellos con mi bólido de dos ruedas para llevarles por zigzagueantes rutas hacia la zona poniente de Santiasco.
El primer paso fue encontrar una ciclovía por la cual circular con menos peligro que lo normal. ¿cuando existirá una carretera para bicicletas?. Los tramos existentes están desconectados entre sí y hay ciclovías que dan risa, por que hay que ser contorsionista para seguirlas.
Iniciamos el periplo cletero buscando la ciclovía de Santa Isabel, para viajar hacia el barrio poniente, calles de adoquines, casas viejas, arquitectura de primer nivel
pero abandonadas a las huestes del tiempo. Unos lindos grafittis nos dieron la alegría moderna, la contestataria, la rebelde, en fin, un poco de vida entre tantos años de cemento.
Llegamos a los territorios de la vieja Universidad Arcis, deambulamos por la vieja sede del Fortin Mapocho y nos fuimos al Vaticano Chico, admirando las viejas y monstruosas iglesias del sector. Un chispazo de ingenio, y pronto ya estabamos recorriendo ese maravilloso lugar que es el barrio Concha y Toro, el Zuly, el Cafe Tales, cuanta magia tienen esos lindos sitios y que mal aprovechados están lugares tan hermosos de Santiasco.
El hambre arreciaba, asi es que decidimos hacer una incursión forzosa por el centro del monstruo, la ciclovía que va por el centro de la Alameda, un desafío para ojos despiertos y brazos agiles, aunque pronto se nos acabó y terminamos frente a La Moneda, para enfilar por avenida Bulnes, deliciosa calle, un paseo peatonal, con lindas fuentes de agua y diversos registros balísticos de los disparos que décadas atrás iban dirigidos al Palacio Presidencial.
Llegamos nuevamente a Santa Isabel para enrutrar hacia calle Jofré, con una idea de sitio que finalmente no fué, por lo que seguimos hacia el Parque Bustamante y
en el espasmo de un hambre de campeonato, arribamos al Junta Nacional, justo al frente del parque.
Tras amarrar nuestras bicicletas en un poste bien ubicado enfrente del local, nos dispusimos a gozar. Partimos por disfrutar unos pisco sour con albahaca y otro con menta, fantásticos. Amenizamos con unos camarones con pollo al ajillo, un verdadero banquete de corte casero, lleno de olores y sabores, nos sorprendió por tamaño y calidad. Gran aperitivo!!
Los platos de fondo, considerando la diversidad de los comensales, fueron un desafio para elegir el vino. Unos tallarines al dente con mechada (enorme!!), una trilogía de chupes (camarones, ostiones y jaiba) y un grandilocuente Bife a la campesina
se dieron maravillosamente con el syrah reserva 2007 de Chateau Los Boldos. Una delicia notable.
No solo comimos hasta el hartazgo sino que quedamos llenos de ganas de seguir disfrutando. Unos bajativos y un postre descomunal, un pie de manzana tibio con helado y hojuelas de chocolate que disfrutamos a trío. Que bueno!!!!
El lugar, pequeño (con un subterráneo en proyecto) tiene cuento, los muebles de diseño antiguo incluido un buffet clásico precioso, muchas imagenes del pasado, lámparas de lágrimas, muy años 30 y muy bien logrado.
El servicio, de primera, la chica que nos atendió verdaderamente se lució en calidez, oportunidad y simpatía.
En fin, una tarde de krrtrekking deliciosa, totalmente repetible.
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