Almorzar en este viejo aunque remodelado lugar siempre es grato. Una temperatura agradable, sencilla presentación mas bien ausencia de ostentación y un delicioso solo de piano, dan la bienvenida cuando llegamos desde el infierno caluroso de Santiasco.
Una rápida ubicación en una mesa lateral y ya estamos disfrutando nuestras aguas minerales sin gas. La carta está plagada de tentaciones, pero la idea es almorzar algo liviano, pero rico.
Un plato de Congrio con salsa de picorocos (un plato de sabores geniales) y la deliciosa corvina María Victoria, ambos platos acompañados con unas papas al vapor, son una maravilla del lugar. Sumamos un pinot noir Morandé Pionero (que llegó a temperatura ambiente!!!! ¿qué pasa con los restoranes?). Bueno, a fuerza de mucho hielo y agua, pudimos sincronizar los fantásticos platos con las copas de vino y hacer muy disfrutable el almuerzo.
Me estoy preguntando cada vez más seguido, porque buenos restoranes son tan descuidados con el servicio y me apena incluir a este conocido lugar en mi lista. Mozos descuidados, que olvidan los requerimientos, que no sirven el vino, que dan explicaciones absurdas para justificar que un vino no esté en su punto de servicio, etc.
En todo caso, volveré a esta Confitería Torres, porque un lugar así debe existir.
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